martes, 24 de enero de 2017

La Vocación

Todos somos llamados a la santidad y a la misión
Cristo llama a "cambiar" de vida y de mentalidad, para "creer en el Evangelio" (Mc 1,15). Esta llamada incluye un "seguimiento" a modo de relación personal con él, con disponibilidad de "renuncia" a todo cuanto pueda impedir la fidelidad
al evangelio (Mt 16,24). Cuando envió a los Apóstoles a proclamar el mensaje cristiano a toda la humanidad, la llamada ha aceptar la fe incluía la recepción del bautismo (Mt 28,19-20).
La llamada de Jesús es para vivir su mensaje de las "bienaventuranzas" (Mt 5) y del mandato del amor (Jn 13,3435). La pauta de toda vocación cristiana sigue siendo la llamada a los Apóstoles "Llamó a los que quiso (por iniciativa suya), para estar con él (relación y seguimiento) y para enviarlos a predicar (misión)" (Mc 3,13-14).
Esta vocación es una llamada a la santidad y misión, para ser "sal de la tierra y luz del mundo" (Mt 5,13-16). La "prenda" del Espíritu, recibido en el bautismo, hace posible el "plan" de Dios sobre una vida "santa" y sobre el compromiso de "recapitular todas las cosas en Cristo" (Ef 1,6-14).
Respuesta y diversidad vocacional 
La personalidad humana y cristiana se realiza y desarrolla en la fidelidad generosa a la vocación. Entonces se encuentra y vive la identidad, como armonía de criterios, escala de valores y actitudes respecto a la propia vocación. Aunque todos los cristianos están "llamados a la perfección de la caridad" (LG 40) y a colaborar en la evangelización, como "deber fundamental del Pueblo de Dios" (AG 35; cfr. LG 17), hay que reconocer la diversidad de vocaciones y carismas para "formar un solo cuerpo" (Col 3,15; cfr. Rom 12; 1Cor 12). Ordinariamente se concreta esta diversidad en tres estados de vida
(laical, sacerdotal, vida consagrada), con aplicaciones diferenciadas o "carismas", tanto en el camino de la santidad (matices en la oración, virtudes, fraternidad), como en el campo de los servicios o ministerios (proféticos, cultuales y diaconales o de servicios de caridad).
Discernimiento, fidelidad y formación
La fidelidad generosa se expresará en el gozo de la decisión y de la donación, y en la convicción de saberse realizado en la identidad de la propia vocación. Equivale al gozo de saberse amado por Cristo y capacitado para amarle y hacerle amar. Toda vocación cristiana concreta su fidelidad en la relación personal con Cristo, en el compartir su misma vida, en la vida fraterna y en la disponibilidad evangelizadora. El proceso de formación vocacional tiende principalmente a conseguir esta fidelidad generosa en el campo de la santificación y de la misión. 
 Uno de los grandes retos al que cada joven debe hacer frente es el de encontrar su lugar en la sociedad y en la Iglesia
Siete pasos para discernir mejor
1. ORACIÓN: "¿Qué debo hacer, Señor?" (Hch 22,10).
La Vocación no es sólo lo que tú quieres ser y hacer, es ante todo lo que Dios quiere que tú seas y hagas; no es algo que tú inventas, es algo que encuentras; no es el proyecto que tú tienes sobre ti mismo, es el proyecto que Dios tiene sobre ti y que tú debes realizar.
Por eso, para descubrir tu vocación, lo primero que debes hacer es dialogar con Dios: orar. Sólo mediante la oración podrás encontrar lo que Dios quiere de ti. En la oración, el Espíritu Santo afina tu oído para que puedas escuchar: "Habla, que tu siervo escucha" (I Sam 3,10).
Sólo en el diálogo con Jesús podrás oír su voz que te llama: "ven y sígueme"(Lc 18,22); o bien, escucharás que te dice: "vuelve a tu casa y refiere lo que Dios ha hecho por ti" (Lc. 8,38).
 

2. PERCEPCIÓN: "Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía" (Jr 20,9). Para poder descubrir lo que Dios quiere de ti, tienes que aprender a escuchar, estar atento, experimentar. Para esto, necesitas saber hacer silencio en torno a ti y en tu interior. El ruido te impedirá percibir. Está atento a todo, a tus deseos, a tus miedos, a tus inquietudes, a tus proyectos. Escucha a todos: a los que aprueban tu inquietud, a los que la critican.
Dios se vale de diversos intermediarios para hacerte oír su voz. Escúchate a ti mismo: ¿A qué se inclina tu corazón ? ¿Qué es lo que anhelas? Aprende a mirar a los hombres que te rodean, ¿qué te está diciendo Dios a través de su pobreza, de su ignorancia, de su dolor, de su esperanza, de su necesidad de Dios? Escucha al Padre que, a través de la historia concreta de los hombres, te revela manera como quiere que colabores en la instauración del Reino.
Solo si aprendes a escuchar, a mirar y a estar atento, podrás descubrir los signos de la llamada de Dios.
En este nivel podrás llegar a decir: "Tal vez Dios me esté llamando" ,"siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios"
3. INFORMACIÓN: Los caminos para realizar la vocación consagrada son múltiples. No es suficiente querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte al servicio de tus hermanos. Es necesario saber dónde quiere Dios que tú lo sirvas. Tal vez quiere que lo sirvas como sacerdote, o como miembro de una congregación religiosa. Para descubrir el lugar en que Dios quiere que estés, es necesario que conozcas las diversas vocaciones. Debes saber cuál es la espiritualidad que viven los sacerdotes diocesanos o las diferentes congregaciones, y que veas por cuál de ellas te sientes atraído. También tienes que conocer cuál es su estilo as vida, es decir, la manera cómo viven en la práctica: No es lo mismo una congregación contemplativa, que una de vida apostólica.

4. REFLEXIÓN: La vocación es una empresa demasiado grande; ¡y es para toda la vida! Por eso, no te puedes lanzar a ella sin antes haber reflexionado seriamente, y con la debida calma, sobre ti y sobre la vocación que pretendes seguir.Debes reflexionar sobre cuáles son tus capacidades y limitaciones; serás capaz de ser fiel a los compromisos que implica la vocación; en qué signos concretos te basas para pensar que Dios te llama; que es lo que más temes de la vocación; cuáles son las razones en favor y en contra que tienes para emprender ese camino; qué es lo que te atrae de ese estado de vida, y qué es
lo que te gusta de él.
Lo que encontrarás serán signos que te indiquen cuál podría ser la voluntad de Dios; signos que deberás descifrar para así tener la certeza (más no la "evidencia") de su llamado. En este nivel llegarás a decir; "creo que Dios me llama "; "creo que, con la ayuda de Dios, podré responder".
5. DECISIÓN: Tomar tal decisión es difícil. Ante la opción sentirás todos tus miedos, incertidumbres y limitaciones: "¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho" (Jr 1,7). Y sin embargo, a pesar de todas tus limitaciones, o mejor, con todas ellas, has de responder al Señor, como Isaías: "Aquí estoy, envíame" (Is 6,8); debes decidirte como María: "Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho" (Lc 1,38).

No afrontar la decisión equivale a dejar correr tu vida, desperdiciarla. Para iniciar el camino de la vocación, no esperes tener la evidencia de que Dios te llama; te debe bastar tener la certeza moral en su llamado. Es necesario querer seguir radicalmente a Jesucristo: "Sí, quiero seguirte ". Tal vez tengas dudas si llegarás al final, si podrás con las exigencias, pero de lo que no puedes dudar es de tu decisión; debes estar seguro de lo que tú quieres.

6. ACCIÓN: "Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su Padre lo siguieron" (Mt 4, 21-22). Una vez decidido, ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo; lánzate con miedo. La decisión se debe concretizar en la acción. Debes poner todos los medios que estén a tu alcance para realizar lo que has
decidido. No cedas a la tentación de diferir el ingreso: "...Te seguiré, Señor. Pero déjame primero... " (Lc 9, 59-61).
Con la decisión has comprometido todos los momentos posteriores; ahora se trata de buscar cómo ser fiel. La única manera de realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día. Tienes que vivir todo momento en coherencia con lo que has decidido; cada paso debe ir dirigido hacia la meta.Y, ¿cuando venga la dificultad? Perseverar. El camino emprendido es difícil. Hay que estar dispuesto a todo, pasar por lo que sea, a enfrentar cualquier dificultad. Jesús no te ofrece otra cosa; "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Lc 9,23).
7. DIRECCIÓN ESPIRITUAL: En realidad, la dirección espiritual no es un paso más en el proceso de discernimiento de tu vocación; es un recurso que debe
estar presente en cada uno de los pasos anteriores. El guía espiritual te motivará a orar y estar abierto a percibir los signos de la voluntad de Dios; te indicará donde obtener la información y te ayudará a reflexionar. Te dejará sólo ante Dios para que libremente decidas tu vida. Te ayudará a que te prepares convenientemente para ingresar en la institución formativa. Su oración y sacrificio por ti te alcanzarán del Espíritu Santo la luz para que descubras tu vocación y la fuerza para seguirla. 
En el discernimiento de la voluntad de Dios sobre ti. No puedes prescindir de la mediación de la Iglesia.
Discernir lo que Dios quiere de ti, no es fácil, pero tampoco es algo imposible. Si con sinceridad y humildad te pones a buscar la voluntad de Dios, y realizas los pasos que aquí te sugiero creo que podrás encontrarlo.